¿Nos conviene Trump o Harris?

La elección presidencial de Estados Unidos marcará un hito en un país que, además de ser la mayor potencia global, es nuestro vecino, alberga 38 millones de personas de origen mexicano y es nuestro principal socio comercial. La pregunta se impone: ¿Quién le conviene más a México en la Casa Blanca, Donald Trump o Kamala Harris?

La compleja relación entre México y Estados Unidos es interdependiente y asimétrica. Los temas bilaterales son vastos, pero tres dominan la agenda: seguridad, migración y comercio. Dada la complejidad de estos, como dijo Jack el destripador: ¡Vamos por partes! En esta entrega nos concentraremos en el tema migratorio.

Es fundamental entender que los Presidentes de Estados Unidos gobiernan para su país y ven a México en función de sus propios intereses. La Casa Blanca recibirá a alguien que, en el mejor de los casos, vea a México como un vecino útil, y en el peor, como un mal necesario. Dicho esto, vale recordar que durante su mandato, Trump recurrió a la amenaza para convertir a México en un muro fronterizo. En mayo de 2019, bajo la presión de imponer aranceles a productos mexicanos, nuestro país aceptó, sin oponer la menor resistencia, controlar los flujos migratorios hacia Estados Unidos. A lo largo de estos años, incluidos los de la Administración de Joe Biden, México ha jugado, con mayor o menor rigor, el rol de «policía migratorio».

Muchos advierten que los demócratas «son peores», señalando a Barack Obama, quien deportó a más de 3 millones de migrantes a lo largo de sus dos mandatos (2009-2017), ganándose el mote de «deportador en jefe». También argumentan que la candidata demócrata ha endurecido su postura respecto a la migración. Mientras en 2020, Harris promovía propuestas progresistas como cerrar los centros de detención de migrantes, a principios de este año ayudó a construir un acuerdo bipartidista de línea dura sobre seguridad fronteriza, que incluía millones de dólares para la construcción del muro. Trump frustró el acuerdo, pero Harris ha afirmado en su campaña que relanzará este rígido proyecto.

Según el Pew Hispanic Center, ocho de cada 10 estadounidenses consideran que su gobierno está haciendo un mal trabajo de control fronterizo. Además, casi la misma proporción afirma que la situación migratoria es una «crisis» o un «problema importante» para su país. Ante esto, no sorprende que los actores políticos de ambos partidos hayan endurecido su postura en el tema.

¿Habrá una política migratoria de mano firme en Estados Unidos llegue quien llegue a la Casa Blanca? Sí. ¿Habrá deportaciones de migrantes gane quien gane? Sí. Entonces, ¿da lo mismo Trump que Harris? No.

Existen algunas diferencias significativas entre los candidatos. La primera es la criminalización del migrante como culpable de todos los males de Estados Unidos, que enarbola Trump, quien ha llegado al extremo de decir que los migrantes «envenenan la sangre» del país. Este discurso tiene consecuencias. Los crímenes de odio contra los migrantes aumentaron 20 por ciento durante su Gobierno (2017-2021).

La segunda, radica en las deportaciones. Las Administraciones de Obama y Biden se centraron en deportar a migrantes recién llegados o bien con antecedentes criminales, mientras buscan vías de regularización para quienes llevan años en el país. Ejemplos de esto son la protección a cónyuges indocumentados de ciudadanos estadounidenses y la facilitación de visas de trabajo para los Dreamers.

Además, un eventual regreso de Trump podría significar el relanzamiento de políticas migratorias más agresivas, como el programa «Quédate en México», que obligó a solicitantes de asilo a esperar sus audiencias en territorio mexicano, en condiciones de vulnerabilidad, o el «Título 42», implementado durante la pandemia de Covid-19 para expulsar migrantes sin darles la oportunidad de solicitar asilo, usando la salud pública como pretexto. Tampoco puede desestimarse el riesgo de que, de volver a la Casa Blanca, el ex Presidente cristalice su promesa de llevar a cabo la mayor deportación masiva de la historia estadounidense (11 millones de personas).

Por último, está el cauce de la relación bilateral. Trump ha demostrado preferencia por los exabruptos y chantajes, dejando de lado la vía institucional. En contraste, un triunfo de Harris, aunque lejos de ser un escenario perfecto, ofrecería a México una contraparte más estable, que favorecería los cauces institucionales.

Para ilustrar, recuérdese la fábula de la cabra: un hombre judío, agobiado por el poco espacio en su casa, donde vivía con su esposa y 10 hijos, buscó el consejo de su rabino. El rabino le sugirió llevar una cabra a la casa. Aunque sorprendido, el hombre siguió el consejo. Un mes después, desesperado, regresó con el rabino diciendo que la situación ahora era insoportable. El rabino entonces le aconsejó sacar la cabra. Al hacerlo, la familia sintió que la casa era más amplia y tranquila que antes. En la relación México-EU, Trump bien podría ser esa «cabra».

Fuente: reforma.com

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