Es indispensable reforzar la autonomía humana sobre los enfoques de investigación.
Como todas las innovaciones tecnológicas, hay que aprovechar los múltiples beneficios que presenta, sin dejar de tener en mente los riesgos asociados a su uso. En es el caso de la Inteligencia Artificial (IA) su uso se ha considerado como una vía de apoyo para conseguir los Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS) de las Naciones Unidas, en particular, el ODS 4: “Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos”.
Para alcanzar la meta planteada, se han observado una serie de factores a considerarse en el desarrollo de nuevos sistemas de aprendizaje denominados “inteligentes”. Me refiero, por una parte, a las diferencias existentes en infraestructura tecnológica, de financiación, o bien, de apoyo político. Y, por otra, a la necesidad de conocer todo acerca de la alfabetización digital, factor en el que me enfocaré en este texto.
El concepto de alfabetización digital ha sido definido por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) como la capacidad de acceder, gestionar, comprender, integrar, comunicar, evaluar y crear informaciones mediante la utilización segura y pertinente de las tecnologías digitales para el empleo, un trabajo decente y la iniciativa empresarial.
Por su parte, el uso de la IA en la educación lleva implícita la obligación de tomar en cuenta tres sectores importantes en la creación o el uso de las aplicaciones: 1) las dirigidas a los docentes; 2) las dirigidas a los estudiantes; y 3) las dirigidas al sistema educativo.
En el primero de ellos, si bien se busca empoderar a las y los docentes, erróneamente, se ha considerado que la IA los estaría sustituyendo, por lo que es importante identificar y reconocer el papel que juega el personal al acompañar y convertirse en guías para obtener respuestas de calidad de las aplicaciones. Lo anterior, porque debemos recordar que la tecnología no es neutral, y la toma de decisiones va a depender del humano; por lo que impulsan aquellas competencias que escapan a la inteligencia artificial.
En el segundo caso, las aplicaciones dirigidas a estudiantes han demostrado ser herramientas veloces y eficaces. Sin embargo, no se ha comprobado que su uso tenga un impacto directo en el mejoramiento del rendimiento o calidad de aprendizaje del usuario, pues si bien es cierto que el acceso al aprendizaje ha sido personalizado, no se ha conseguido garantizar que la información obtenida de las aplicaciones de IA sea cien por ciento verídica.
Esta razón hace que el alumnado deba cotejar y comprobar que los datos obtenidos sean correctos. Por ello, en el uso de IA para estudiantes, se sugiere educar para que reconozcan los tipos de sistemas que usan y sus fines. Formación que debe realizarse mediante sistemas de tutoría inteligente, sistemas de aprendizaje basados en la colaboración y el diálogo, entornos de aprendizaje exploratorio, entre otros.
En el caso del sistema educativo, el uso de la IA ha estado enfocado a las aplicaciones que facilitan el proceso administrativo de las aulas, obviando la oportunidad de aprovecharlas para el desarrollo de un aprendizaje colaborativo, o bien impulsar el desarrollo de aplicaciones que aseguren el acceso igualitario a una formación incluyente y la eliminación de la disparidad de género en la educación, considerando la formación profesional de personas en condiciones de vulnerabilidad.
La IA de aprendizaje automático -en particular la generativa- utiliza algoritmos que le permite mejorar, a partir de la información que los usuarios van aportando. Por ello, se debe fomentar un buen uso de esta, a partir un enfoque centrado en el ser humano con la intención de garantizar su uso ético, seguro y equitativo además de significativo.
Por ello, para que la IA apoye en el cumplimiento del ODS 4 con un enfoque pedagógico, es necesario:
Que su desarrollo sea inclusivo, que promueva desde su diseño la equidad, las diversidades lingüísticas y el pluralismo cultural.
Que proteja la acción humana, informando a los alumnos sobre los tipos de datos o información que les proporciona cada aplicación de IA, cómo se recolectan y sobre todo la veracidad de lo que consumen.
Fortalecer una capacitación bien estructurada a las y los docentes sobre el uso de la IA en la educación, analizando su rol único de interacción promoviendo los valores entre los estudiantes.
Difundir la generación de herramientas de IA que faciliten el aprendizaje y promueva el desarrollo profesional del docente, sin olvidar el análisis de competencias que les apoye para comprender y usar la IA en la enseñanza.
Implementar estrategias para orientar o promover el uso de la IA de manera responsable y ética.
Concientizar a estudiantes y docentes, acerca del uso adecuado y oportuno de las herramientas con un espíritu de crítica y con un balance real y honesto de los resultados.
Por todo lo anterior, estoy convencida de que es indispensable reforzar la autonomía humana sobre los enfoques de investigación para impulsar un desarrollo centrado en las personas, sus derechos y libertades. Que estas herramientas sean un apoyo imprescindible, no el sustento de las acciones de todos los actores involucrados en la educación.
Fuente: lasillarota.com