El huracán OTIS un desafío para las mujeres

Por: Maura Arredondo

El huracán Otis, tocó tierra en Acapulco el pasado miércoles 25 de octubre a las
00:25 horas y a su paso produjo una gran destrucción en la infraestructura de esta
ciudad y puerto. Otis también desconcertó a la población y a los expertos
meteorólogos porque se incrementó de tormenta tropical a ser catalogado en la
mortífera categoría 5 en menos de 24 horas, la más alta en la escala Saffir-
Simpson, y su crecimiento desmedido se le conoce como «intensificación rápida».
Acapulco es uno de los principales destinos turísticos de México, hoy por hoy
quedó destrozado y aunque sabemos que existe mucha ayuda humanitaria, los
esfuerzos por restablecer las comunicaciones, suministros básicos de agua, luz y
recolección de basura han sido lentos debido a que el impacto en la infraestructura
de la ciudad fue devastador y sin precedentes: «Hasta donde sabemos no existe
otro huracán de esta intensidad en el pacífico”. Y ahora nos queda el entender el
impacto de un fenómeno meteorológico que, sin duda, cambiará el rostro de
México.

El Estado de Guerrero no empieza ni termina con el caos de Otis. Esta entidad se
ha visto amenazada por el crimen organizado, narcotráfico, trata de personas,
destinos de explotación sexual, matrimonios forzados e inseguridad generalizada
por la violencia que viven las niñas y las mujeres, y ahora la reconstrucción al
paso de un destructor huracán, que difícilmente las y los acapulqueños olvidarán
“OTIS” le llamaron.

Acapulco no sólo es la Costera Miguel Alemán o la zona Diamante, está
compuesto por 234 localidades y se estima que alrededor de 250,000 viviendas no
cuentan con los servicios públicos municipales y son un imán de derrumbes.
Según las estadísticas unas 7,000 hectáreas de construcciones fueron
destrozadas y esto se traduce en 15,000 millones de dólares de daños
económicos. Que por el momento la Cámara de Diputados no ha etiquetado
recursos en el PEF2024. ¡Es ver para creer!

En mi reciente visita a Acapulco escuché diversos relatos de mujeres, entre ellos
destaco el de María una madre que exclamaba con angustia “Empezaron a volar
las láminas, agarré a mi hijo y nos refugiamos en el baño, estábamos en el suelo y
pusimos los colchones contra las ventanas”. Me decía esta madre con aún con
zozobra en su mirada “Era como un tornado, rebotaba el aire con el cerro y
vibraba como si hubiera un helicóptero fuera”.

Se acercó a mí una joven llamada Juana y me comentó que su madre se sentía
mal, ¿y quién no? toda su vida trabajando para darle estudios y sacarla adelante
y…” Se sienten abandonadas a su suerte”. Me dijo “No nos ha venido a ver nadie.
No llega la ayuda”. Está muy escasa la comida y el agua. Uno se desespera.
Aunque seamos de las últimas, que no se olviden de nosotras”. Mientras hablaba,
los intensos rayos solares impregnaban nuestros rostros, pareciera que el viento
dejó de soplar.

Los habitantes han resistido 14 días sin luz, agua, conexión a internet y con
alimentos de la canasta básica donada por la sociedad civil organizada. Cuando
transitas las calles observas cerros de escombros, basura, troncos de árboles y
postes de la luz arrancados del pavimento.

Irma llorando me comentó “Dicen que los daños materiales se pueden recuperar.
Eso será la gente de dinero. Nosotras, ¿de dónde? Nosotras no: esto es lo que
tenemos, es el esfuerzo de toda una vida. Mi padre construyó esta vivienda. Ahora
que ya no está él, la mano de obra es muy cara. La verdad, sí estamos olvidadas”
lamentó la mujer que todavía llora cuando recuerda la llegada del huracán que
llegó una furia inédita.

Pamela afirmó “Nunca, nunca habíamos sentido algo así. Habíamos sufrido
temblores fuertes y marejadas, pero nunca un aire con esa fuerza. Era como si un
tornado rugiera cada vez que venía una ráfaga de aire. Tronaba las estructuras de
las casas como si fuera un terremoto que no paró en al menos 2 horas. Sentías
que movía el piso, como que te quería arrancar. Estábamos sentados y sentíamos
que iba a levantarnos. Todas las ventanas de vidrio las rompió, los techos de todas
las casas…”.

Las viviendas huelen a agua estancada y basura podrida; las mujeres no tienen la
fuerza necesaria para limpiar y estas condiciones ambientales, provocadas por
inundaciones, deslizamientos de lodo y acumulación de escombros y desechos
puede haber brotes de enfermedades infecciosas. Se sabe que ya hay mucha
conjuntivitis y dengue, pero se habla del cólera, disentería, zika y chikungunya,
entre otras.

Y sin embargo, ves en el rostro de las mujeres afectadas por el huracán OTIS
fortaleza y tesón que no se limitan ante los acontecimientos que están viviendo
con los estragos de esta catástrofe y a pesar de la incertidumbre se adaptan a los
cambios con el liderazgo de las mujeres guerrerenses para sacar a sus hijos y a
su familia adelante, se levantan ante la adversidad y con una sonrisa solloza te
dicen “Vamos a salir adelante, siempre lo hemos hecho” y finalizan diciendo
“Somos unas GUERRERAS”.

Este primer artículo lo quiero dedicar a las niñas y mujeres que sufrieron en carne
viva la fuerza del huracán OTIS y que buscaron refugiarse y resguardar a sus
familias, por su temple y sus ganas de salir adelante, puedo decirles con
admiración y respeto, efectivamente son ustedes unas “GUERRERAS”.

Fuente: nxnoticias.com

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