Milagro en la selva

Milagro en la selva

Por: Claudia Corichi García

El mundo y yo en lo personal no acabamos de asimilar la proeza que nos conmueve. 40 días con sus noches cuatro menores lograron sobrevivir en condiciones extremas en medio de una espesa selva, impenetrable para cualquier persona ajena a ese entorno. Lesly de 13 años y sus hermanos de 9, 4 y 1, pusieron a prueba su conocimiento y aptitudes para no rendirse ante la falta de alimentos y de refugio para resguardarse de jaguares y serpientes que proliferan ahí.

El 1° de mayo abordaron una avioneta que se estrelló en medio de los árboles en la que fallecieron el piloto y un acompañante, mientras que la madre de los infantes agonizó durante cuatro días según los primeros testimonios. Comenzaron su periplo apoyados con una linterna y ropa que encontraron dentro del aparato siniestrado y que abandonaron para buscar ayuda.

El ejército colombiano halló hasta el día 17 los restos de la avioneta con las tres personas sin vida y rastros de los menores. Fue entonces que el presidente Gustavo Petro ordenó un despliegue de 100 elementos de las fuerzas especiales que diseñaron una estrategia de búsqueda junto a otros 70 de la Guardia Indígena, una cuadrilla de personas capaces de incursionar en la densa selva amazónica ubicada en el sur del país.

Lesly y sus hermanos pertenecen al pueblo indígena uitoto que habita en la Amazonía colombiana y que desde niños conocen las entrañas de un territorio tan salvaje como agreste. Esa fue la razón de su supervivencia: el dominio del terreno y el conocimiento de qué plantas y hongos son comestibles o venenosos. El viernes al mediodía finalmente fueron localizados luego de cuarenta eternos días. Se encontraban débiles, deshidratados y con las ropas húmedas por la incesante lluvia.

El encuentro habría sido imposible sin el acompañamiento de las comunidades indígenas y perros rescatistas del Ejército, cuatro de los cuales se extraviaron. Los protagonistas de la hazaña se recuperan ahora en un hospital militar de Bogotá.

Hace 50 años, un avión de la Fuerza Aérea Uruguaya que se dirigía a Santiago de Chile se estrelló en una montaña de Los Andes. Dos meses y medio después del accidente lograron sobrevivir 16 pasajeros en medio de condiciones extremas por las bajas temperaturas; la asombrosa historia que ha sido llevada al cine y a la televisión profusamente, tendrá el mismo destino con los niños de la selva.

Lo ocurrido en ese inhóspito paraje es un ejemplo de fortaleza, temple y capacidad de sobrevivencia. Es una inspiración y reflexión de cómo luchar y aferrarse a la vida. La esperanza y la alegría que estos niños han dado al mundo es inmensa.

Vía: Milagro en la selva – Columnas (elsoldemexico.com.mx)

Sky Castner, de la cárcel a Harvard: no es cosa sólo de “echarle ganas”

Sky Castner, de la cárcel a Harvard: no es cosa sólo de “echarle ganas”

Por: Saraí Aguilar Arriozola

Nací en prisión.

Con estas palabras inició Sky Castner su ensayo de solicitud de ingreso a la universidad de Harvard, donde contó su historia de vida y motivos para desear ser aceptada en la prestigiosa universidad, lo cual consiguió.

Sky Castner es una joven de Texas, graduada de Conroe High School. Tiene una historia de vida difícil, pero no única, por desgracia. Nació en prisión, pero fue recogida por su padre, quien se hizo cargo de ella. Desde entonces, la joven vivió con él, dedicada a sus estudios. Se graduó con el tercer mejor promedio de su clase y su próximo objetivo es terminar una licenciatura en leyes en Harvard, donde comenzará a cursarla en un par de meses.

Y antes de llenarnos los labios de discursos de echaleganismo, que las personas no sobresalen solo porque no quieren o son flojos, hay que conocer a fondo la historia de la hoy famosa joven.

Sky no afrontó el proceso sola. Un programa social, emprendido por miembros de la comunidad de Conroe con trabajadores y voluntarios, fue clave para que la adolescente lograra sus metas. Ya que al formar parte de los estudiantes acogidos en el programa, le permitía recibir asesoría por parte de un grupo de adultos voluntarios que desayunaban con los estudiantes una vez a la semana. Así fue como Castner conoció a Mona Hamby, quien sería su tutora por varios años y se involucró en su vida cotidiana tal como llevarla por un corte de pelo a la estética o comprarle un par de lentes que necesitaba.

Y si bien no podemos demeritar el tesón y las habilidades de Sky, el andamiaje social y la red de apoyo son claves. Pero preferimos evadir responsabilidades sociales pensando que infancia no determina destino, lo cual es cierto pero con piso parejo.

Y un sector ampliamente olvidado son las infancias, ya sea bien las nacidas en prisión o las que tienen que afrontar su infancia sin una figura materna debido a que sus madres están purgando una pena. Por ejemplo, en los últimos 10 años alrededor de 10 mil niñas y niños han nacido dentro de las prisiones mexicanas. Estos embarazos generalmente son de mujeres que ya estaban embarazadas en su detención o se embarazan en las visitas conyugales.

En el caso de los hijos, ya sea que de acuerdo al país, sean entregados al nacer o permanezcan con ellas los primeros años, su infancia parece ser marcada. El estigma social sigue siendo fuerte para los hijos de las reclusas, quienes además afrontan condiciones precarias en muchos casos, o las dificultades propias de carecer de su madre en los primeros años de vida. Como si ellos debieran cargan también una condena por el delito de otros.

¿Qué estamos haciendo aparte de sonreír y decir “ven que sí se puede” ante historias como la Sky? El generar condiciones de igualdad no se da con marchas ni protestas virtuales. Se dan con programas sociales, con políticas de inclusión y con participación ciudadana. Hasta el día que nacer en prisión no sea una condena. Hasta ese día.

Vía: milenio.com/sky-castner-carcel-harvard-cosa-echarle-ganas

NI UN PASO ATRÁS EN LOS DERECHOS DE LAS MUJERES EN VERACRUZ Y EN MÉXICO

La Colectiva Nacional 50+1, como activistas que trabajamos diariamente para que en nuestro país los derechos humanos sean efectivos, principalmente que éstos se garanticen a las mujeres históricamente discriminadas y violentadas, y que al ejercer cargos públicos se nos garantice y respete espacios libres de violencia, vemos con preocupación y rechazo los ataques directos en contra de la Jueza Angélica Sánchez Hernández que se desempeña en el Estado de Veracruz, como corolario de la violencia de género proveniente del Estado desde que una Mujer preside la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Reprobamos la detención arbitraria de dicha jueza de esa entidad, violando las reglas del debido proceso establecido en nuestra Carta Magna. No respetar la investidura de una jueza con ese atropello a su dignidad y a la ley misma, es imponer un gobierno fuera de la ley, que soslaya que toda persona juzgadora goza de autonomía jurisdiccional para resolver conforme se lo impone las leyes, las cuales son el límite de su actuación y no los intereses personales o políticos de los gobernantes.
La detención y tortura denunciada por la jueza constituye en extremo violencia política por razones de género, ante la visión estatal que permea sobre las mujeres como personas vulnerables, cosificadas y débiles. Nada más contradictorio en nuestro país firmante de dos Convenciones Internacionales que consagran los derechos humanos de las mujeres de no discriminación y de reconocimiento, goce, ejercicio y protección de todos los derechos humanos y a las libertades consagradas por los instrumentos regionales e internacionales. Por ello rechazamos la intromisión arbitraria e ilegal del Poder Ejecutivo en el Poder Judicial, dado que la división de Poderes es requisito indispensable de la democracia. Reprobamos que se violenten los derechos humanos de las mujeres, siendo que está obligado a ser garante de que tales derechos sean efectivos para que todas las mujeres nos desarrollemos en espacios libres de violencia. EXIGIMOS PLENO ESTADO DE DERECHO Y CERO TOLERANCIA A LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES.
“MÉXICO ESTÁ EN DEUDA CON LA JUSTICIA”

PRONUNCIAMIENTO-VERACRUZ

Milagro en la selva

Madres niñas y matrimonio infantil 

Por: Claudia Corichi García

La celebración del 10 de mayo congrega a familias enteras y también es día de reflexión sobre problemáticas relacionadas con distintos tipos de maternidad. Con base en datos del Inegi sabemos que en 2021, un 15% de mujeres en México que tenían menos de 20 años fueron madres. En Guanajuato, Aguascalientes, Zacatecas y Durango, más de 25% de los nacimientos registrados de madres solteras correspondió a adolescentes menores.

Unicef, la agencia de Naciones Unidas para la infancia publicó hace unos días un preocupante informe respecto al matrimonio infantil. Se calcula que en todo el mundo 640 millones de niñas y mujeres vivas en la actualidad se casaron en la infancia, a razón de 12 millones de niñas al año. La India ocupa el primer lugar, le sigue un bloque de 10 países entre los que se encuentran México.

La policrisis mundial, especialmente la desigualdad económica y los entornos vulnerables dificultan el acceso de las niñas a la educación, a la salud, la recreación y los servicios sociales que pueden protegerlas de esas prácticas. Según Unicef, en nuestro país 10.1 millones de niñas y mujeres se casaron por primera vez o estuvieron unidas antes de los 18 años.

Desde 2019 el Código Civil Federal establece el requisito de 18 años para contraer matrimonio; a partir de entonces todos los Códigos civiles locales se homologaron y prohibieron las uniones entre mayores de edad y menores, aunque faltaba tipificar las sanciones.

Tras una intensa labor de sensibilización impulsada entre otras por la Diputada Eufrosina Cruz, el Congreso aprobó incorporar un Capítulo al Código Penal Federal para imponer penas de ocho a quince años de prisión a quienes cometan el delito de cohabitación forzada de menores de 18 años equiparable a la de un matrimonio; si la víctima es indígena o afromexicana el castigo aumentará hasta 22 años. Resta homologar los 32 códigos penales locales y capacitar a las fiscalías para implementar protocolos de denuncia.

Las niñas madres viven bajo condiciones de vulnerabilidad socioeconómica: enfrentan serios obstáculos para su inserción laboral, lo que dificulta la obtención de ingresos para su subsistencia; son víctimas directas o indirectas de violencia en el entorno familiar y comunitario y no encuentran cobertura en los programas sociales.

Elegir la maternidad deberá ser siempre una elección razonada que además de estar plena de amor, sea producto del consentimiento adulto y esté alejada de violencias y pobreza. Los cambios legales ya están aquí, ahora falta promover la educación sexual, los derechos humanos de la infancia, así como políticas públicas que abatan las desigualdades.

Fuente: El Sol de México

Pequeñitos de la calle

Pequeñitos de la calle

Por: Aurora Aguilar Rodríguez

Quienes hemos tenido la que a mi juicio es la felicidad más grande que existe, la de tener hijos, sentimos la obligación, responsabilidad, amor infinito, ese que jamás antes imaginamos que existiera, de criar a nuestra descendencia. Ellos y ellas, nuestros hijos, son depositarios del curso natural de la especie; madres y padres -lo mejor que pueden- cuidan, protegen, nutren, educan, forman y ellos crecen para convertirse en mujeres y hombres que, con algo de fortuna, serán buenas personas, felices y productivos.

En el otro extremo, el doloroso extremo del planeta, hay en el mundo, según informes del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) 100 millones -40 solo en América Latina- de caritas que día a día buscan su supervivencia rodeados de pobreza, violencia y soledad infinitas. Así viven los niños y niñas de la calle, en la calle; o, como se dice en México con esta tendencia a veces estulta de suavizar el lenguaje, en situación de calle.

Tres de cada cuatro, los denominados por el propio organismo internacional “en” la calle, tienen familia y por más tiempo que pasen lejos de su núcleo, siguen sintiendo, indispensable para el sistema primigenio de apego, eso que fundamenta el amor propio…que aún tienen lazos de pertenencia. Ellos trabajan en la calle para sobrevivir, pero al final del día en su interior, tienen el “consuelo” de saber que habrá donde llegar.

25 millones, sin embargo, son los clasificados como niños “de” la calle. Abandonados, solitos vagan; sobreviven sin hogar y con sus vínculos familiares rotos ya por inestabilidad o por desestructuración en sus familias de pertenencia. Casi la mitad identifican el maltrato físico, psicológico, sexual, en fin, de todo tipo de violencias, como la razón para huir de su horrenda realidad. Comen, duermen, trabajan, hacen amistades, juegan en la calle y no tienen otra alternativa que luchar solos por sus vidas. Ni siquiera puedo imaginar tanta desolación.

Una vez en las calles, la deserción escolar es prácticamente obligada y el riesgo de caer en garras del crimen, casi destino. Estas niñas y niños son abrazados por la calle porque han sido desamparados por sus familias, por los gobiernos, por instituciones públicas y privadas. Les hemos fallado todos; son la muestra de la indolencia, apatía y desinterés de esta “civilizada” sociedad.

El mes de abril, con sus jacarandas y la muerte del invierno, es el niño de los meses; nos llena de flores y esperanza. Sí, eso es lo más parecido a la niñez. Tal vez por eso en abril se celebra el día del niño. Abril, sin embargo, también llama nuestra atención a los niños de la calle. Por iniciativa de Consortium for Street Children (CSC), una de las redes internacionales más importantes dedicadas a la protección de los derechos de las y los niños de la calle, se celebra el 12 de este mes el Día Internacional del Niño o Niña “en Situación” de Calle (sic CNDH), cuyo objetivo es lograr que las voces de millones de niños de la calle en todo el mundo sean escuchadas y sus derechos no sigan siendo ignorados. Esta iniciativa ha crecido al punto que en la actualidad se celebra en más de 130 países.

Dar la espalda, decidir no ver, no saber, no hacer por niñas y niños en y de la calle, es el fracaso más rotundo de la humanidad. No haríamos mal en enfrentar a nuestros propios hijos e hijas a esa realidad. Tal vez así lograríamos que esta, la generación de cristal se percate que un plato en la mesa, un techo sobre sus cabezas, ir a la escuela y un abrazo es mucho más de lo que más de 100 millones de personas de su edad siquiera pueden imaginar.

En un episodio de Mafalda, el genial Quino dibujó una escena donde Susanita, la chismosa y frívola amiga de la progresista y contestataria Mafalda, le reclama haber detenido el juego por reflexiones de injusticia social, señalando: “¿y qué? Lo único que podemos hacer es indignarnos y decir ¡qué barbaridad! Luego lo dice: ¡QUÉ BARBARIDAD! Y termina: Listo. Decí vos tu ¡qué barbaridad!, así nos despreocupamos de ese asunto y podemos ir a jugar en paz”.

Susanita se erige como la encarnación de la humanidad con los niños de la calle.

Dar la espalda, decidir no ver, no saber, no hacer por niñas y niños en y de la calle, es el fracaso más rotundo de la humanidad.

Vía: elsoldetlaxcala.com.mx