Democracia violentada

Democracia violentada

Cuando los actores políticos no tienen libertad para competir por los cargos de representación popular, los ciudadanos tampoco tienen libertad de elegir entre diversas opciones. Eso sucede cuando asesinan a las y los candidatos a los cargos de elección popular. Por un lado, eliminan a las o los competidores incómodos, pero, por otro, imponen un estado de miedo que inhibe la participación ciudadana. Luego entonces, no puede calificarse un régimen político como democrático si la legitimidad del representante político ganador, emanó de un proceso corrompido por su imposición como único competidor, tal y como sucedió en el proceso electoral de 2021 en algunos municipios.

Aun cuando la violencia política letal se empezó a manifestar con algunos asesinatos en los procesos electorales de los anteriores sexenios, fue partir de la elección presidencial de 2018, que la calidad de la democracia mexicana se ha visto verdaderamente vulnerada por la creciente violencia política, pero, sobre todo, la violencia homicida a nivel local, toda vez que, el mayor número de víctimas es el de las y  los candidatos a presidentes municipales o regidores y personas cercanas de sus equipos de campaña. Por ello, resulta tramposo que, en el actual proceso electoral, contrario a los anteriores, el ámbito federal del Poder Ejecutivo se haya deslindado de garantizar la seguridad de los competidores locales. Las consecuencias de esta desafortunada decisión las están enfrentando los competidores locales de todos los partidos políticos, incluyendo a los de Morena y los partidos aliados. Ahí está el caso de la candidata Gisela Gaytán, no es el único, pero es el más simbólico toda vez que, el mismo Presidente de la República lucró políticamente con este terrible hecho, señalando a las autoridades estatales de ser responsables, cuando bien que sabe que, este caso, sólo es uno más de los que ya se venían presentando en Guerrero, Veracruz y Michoacán, por ejemplo, sólo que la diferencia fue que en estos últimos tres, gobierna Morena, y en Guanajuato el PAN.

Al error de haber diseñado un modelo de protección sólo para los competidores federales desde el ámbito federal, se suma el hecho de que, la tramitología para que los competidores locales logren tener seguridad, es sumamente burocrática, contrario a la actuación de los grupos criminales, que, en pocos segundos, acaban con la vida de quien les representa una amenaza a sus intereses ilegítimos.

Cabe mencionar que, si bien es cierto, los generadores de esta violencia homicida son, principalmente, los grupos criminales, no son los únicos. Algunos estudios de casos han demostrado que los responsables intelectuales del crimen pueden ser personajes que ambicionaban el mismo cargo, y hasta eran del mismo partido político de la víctima. Sin embargo, el verdadero enemigo para que siga creciendo la violencia política letal es la impunidad. ¿Cuántos homicidios derivados de la violencia política se han resuelto a la fecha? No lo sabemos con certeza, pero por ejemplo, en el caso del asesinato de la candidata Gisela Gaytán, fue muy lamentable que al Presidente no le ocupó el exigir que se realizara una inmediata investigación para esclarecer quién o quiénes eran los responsables materiales o intelectuales del hecho, sino el buscar a quién hacer responsable políticamente, toda vez que, desde hace un año, responde más como coordinador de la campaña presidencial de su partido, que como Presidente de la República.

Ante estas circunstancias, la indefensión de las y los competidores electorales crece, toda vez que, la única forma de frenar la violencia política letal, es que el Presidente de la República reconozca y asuma la responsabilidad de garantizar la libertad de competir de los actores políticos de todos los partidos y la libertad de los ciudadanos de elegir entre diferentes opciones. Para lograrlo, tiene que dejar de echarle la culpa a los de enfrente, y, sobre todo, tiene que dejar de denostar a las instituciones electorales que sí han cumplido la tarea que les corresponde.

Fuente: excelsior.com.mx

La niña buena

La niña buena

En esta cultura patriarcal, desde el nacimiento de una niña se le van adjudicando roles y estereotipos por el hecho de haber nacido de sexo femenino. Se le ponen moños, vestidos rosas, todo para que parezca dulce, obediente y frágil.

Todo lo anterior no tendría mayor impacto si no fuese “in crescendo” a lo largo de la vida. De los moños se pasa a siempre estar al pelo largo bien peinado, aunque eso implique a veces dolor e incomodidad; a cerrar las piernas siempre que se siente cuando trae falda o vestido, a demostrar cortesía rayana en acato y sumisión, en estar pendiente del bienestar y cuidado de otros y una serie de etcéteras que van moldeando a la persona a responder a expectativas sociales por el simple hecho de ser mujer.

Por supuesto, a los niños también se les van internalizando creencias y comportamientos que le harán “hombre”, y si se alejan de éstos se les estigmatiza como “poco hombre”; sin embargo, hoy me referiré a un síndrome acuñado por la psicoterapeuta Beverly Engel en su obra “Nice Girl Syndrome”, mucho más frecuente en mujeres, y que denominó “síndrome de la niña buena”.

Muchas de estas niñas, y luego mujeres, crecen bajo creencias misóginas que relacionan su valor y el de otras mujeres en relación con la belleza, el éxito y el comportamiento, anteponiendo los intereses, necesidades y deseos de otras personas a las propias.

Es agotador para estas personas tratar de cumplir con el paradójico doble vínculo que la sociedad exige, pues por un lado se espera de ellas que sean agradables, sumisas y complacientes y por el otro, independientes, exitosas y empoderadas. La presión por estar a la altura de dichas expectativas puede llevar a ansiedad, confusión, depresión, estrés crónico y sentimientos de culpa y vergüenza, pues es prácticamente imposible cumplir con objetivos tan opuestos.

Las mujeres con síndrome de niña buena tienen dificultad para establecer límites saludables y, especialmente, en anteponer sus propios sueños, necesidades y deseos, en aras de relaciones equitativas, saludables y, primordialmente, beneficiosas y felices para ellas.

¿Te preguntas si tú puedes padecer de este síndrome? Aquí algunas características: socialización de género, aprenden a conducirse amables y complacientes y nunca ser percibidas como “inapropiadas” o “agresivas”; perfeccionismo, se auto y sobre exigen constantemente desde el desempeño escolar hasta la apariencia personal; evitación del conflicto, pues a fin de mantener la armonía evitan expresar sus opiniones y generar confrontación; autoestima condicionada, tienen una autovaloración fundada en la valoración y aprobación externa en lugar de sus auténtica e interna autovaloración; riesgos de enfermedad mental, como ya se dijo arriba, sufren regularmente de ansiedad, depresión e inclusive de trastornos alimenticios, todo lo que las lleva a relaciones poco saludables y sin límites de (auto) exigencia.

Reconocer que se vive con este síndrome es el primer paso para sanar. Algunas acciones para evolucionar es sin duda buscar apoyo psicoterapéutico para aprender a dejar atrás la culpa y el remordimiento por anteponerse como prioridad.

Así también, practicar pequeños pero firmes pasos de autocuidado y autocompasión, cuestionar los roles que se asumen como “naturales” en virtud del sexo con el que nacimos, educarse, aprender roles nuevos que provean satisfacción por logro, practicar activismo de cambio y, especialmente, aprender a establecer límites saludables que equilibren relaciones autoestima.

Se puede y debe intentar dejar atrás el síndrome de la niña buena para emerger como la mujer plena y feliz que eres y mereces. Nadie puede hacerlo por ti; es tu voluntad y amor propio el conducto, los resultados serán maravillosos; créeme, créete.

Fuente: elsoldetlaxcala.com.mx

Entre empleo y cuidados, el “dilema” del trabajo femenino

Entre empleo y cuidados, el “dilema” del trabajo femenino

La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) de enero reportó que la población ocupada en el país fue de 59 millones, de las que un 40% son mujeres, una brecha significativa que se profundiza porque en su gran mayoría laboran en condiciones de informalidad.

¿A qué responde la baja ocupación, considerando que la población de mujeres de 15 años y más es superior a la de hombres en el país? Aunque no existe una respuesta única, debe ponerse el foco en el conjunto de actividades que millones de mujeres realiza diariamente en casa. Según el Inegi, se dedican 38 horas en promedio semanales a labores domésticas y de cuidados (la Ley Federal del Trabajo establece una jornada máxima de 48 horas de trabajo remunerado).

No es que no se desee tener ingresos o un empleo formal, al contrario, está demostrada su dedicación y entrega a realizar intensas faenas y jornadas en el hogar sin remuneración económica alguna ni reconocimiento social. Cuidar a hijas e hijos y personas con discapacidad o dependencia, es también la razón por la que las mujeres optan por empleos con horarios flexibles o a tiempo parcial y cuando los encuentran, los ingresos son exiguos. 24 millones de mujeres cuidan a alguien en el hogar según la Encuesta Nacional para el Sistema de Cuidados, mientras que el número de hombres se sitúa en 8 millones, un tercio.

La falta de empleo conlleva falta de liquidez que es necesaria para hacer frente a gastos cotidianos, mucho menos se puede pensar en generar ahorros, obtener un crédito o insertarse en el ecosistema financiero. Más difícil se torna para aquellas quienes laboran en el sector informal con ingresos modestos pues no pueden acceder a un producto financiero.

Es aquí donde aparece un auténtico “dilema” estructural: si la tasa de participación laboral de las mujeres ronda el 40% y las horas semanales invertidas en los cuidados promedian 38, ¿qué debe privilegiarse, el cuidado en casa o la obtención de ingresos para el sustento? ¿Estamos condenadas a vivir así? ¿Es insalvable esta correlación?

A pesar del incremento de la participación femenina en el trabajo remunerado, sigue estando por debajo de la participación masculina debido a factores como la discriminación en las prácticas de contratación, desigualdad salarial, movilidad y segregación, condiciones de trabajo inflexibles e insuficiencia de servicios como los de guardería.

Las desigualdades de género son evidentes. Si las mujeres dedican buena parte de su tiempo al trabajo no remunerado, se dificulta su incorporación al mercado laboral y cuando lo hacen, toman la decisión de abandonarlo temporal o permanentemente, que entre otras consecuencias hace impensable un retiro digno al final de la vida laboral, al cotizar menos semanas. Las mujeres tienen 42% menos saldo en Afores que los hombres, otra brecha más.

Cuando logramos incorporarnos al mercado laboral, la situación no mejora. La brecha de ingresos por género es del 35% como indica la última Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos en los Hogares. Aunado a lo anterior, la precariedad y la informalidad laboral limitan las oportunidades de desarrollo personal y profesional. La desigualdad entre mujeres y hombres surge de la división sexual del trabajo que se materializa en un funcionamiento injusto de la economía.

A todo lo anterior habría que sumar las brechas salariales, la escasa participación de mujeres en altos cargos de dirección en el sector público o la iniciativa privada por los techos de cristal que les impiden subir en el escalafón, la feminización de la pobreza, así como la violencia económica y patrimonial que impacta en los ingresos y limita el acceso al conjunto de esquemas que provee el sistema financiero.

Para alcanzar igualdad económica y salarial debemos romper ese círculo vicioso. Por eso es urgente que el Congreso y el sector privado reconozcan y visibilicen la magnitud y la cuantía del trabajo que 24 millones de mujeres realizan a través de los cuidados y que frena sus aportaciones a la economía nacional. De no cambiar esta realidad los problemas estructurales a los que me he venido refiriendo, se mantendrán sin cambios y lograr la igualdad quedará en aspiración.

México tiene el reto de encontrar fórmulas para que el mercado laboral no sea injusto ni desigual para las mujeres. Hace unos días, la Cámara de Diputados aprobó reconocer ese derecho mediante la política nacional de cuidados pero sin contemplar una sola partida presupuestal para ello; mientras tanto en el Senado, sigue pendiente ratificar la Ley del Sistema Nacional de Cuidados. La Secretaría de Hacienda estima que el costo de ese Sistema alcanzaría el 1.4% del PIB nacional.

Es apremiante redistribuir el trabajo de cuidado para ser asumido por la sociedad en su conjunto y promover la corresponsabilidad entre familias, comunidades, Estado y mercado. Solo así superaremos el anacrónico paradigma del hombre proveedor y la mujer cuidadora que considera a la mitad del país excluida del mercado laboral, con las consecuencias que conlleva para la economía y la igualdad.

Fuente: politica.expansion.mx

Las madres mexicanas

Las madres mexicanas

Mediante el trabajo ha sido como la mujer ha podido franquear la distancia que la separa del hombre. El trabajo es lo único que puede garantizarle una libertad completa. Simone de Beauvoir.

Escribo esta columna el 10 de mayo, “Día de las Madres”, una de las fechas más relevantes en México. Este es el cuarto año en el que pasaré sin la presencia de mi mamá, quien partió de este mundo terrenal después de dedicar toda su vida a la crianza de sus hijas. Para mí y mi hermana, este día también tiene una gran importancia.

Cada 10 de mayo es un día en el que las emociones afloran, ya que rememoro a la madre que, hace 35 años, renunció a su empleo para dedicarse a mi crianza, brindando todo su amor y energía a mi educación. En aquel entonces, se enfrentaba a la presión de los estereotipos aún más severos que dictaban que una madre debía permanecer en el hogar, y que trabajar fuera de el la convertía en “una mala madre”. Afortunadamente, hoy el escenario está cambiando y tengo la fortuna de presenciar cómo una mujer feminista puede llegar a la Presidencia, generando un cambio trascendental en México. Quizás me toque vivir lo que mi madre no pudo.

Las mamás desempeñan un papel fundamental en la sociedad, ya que son quienes en su mayoría expresan el mayor cariño y actúan como las principales educadoras. Según el Instituto Nacional de Geografía y Estadísticas son 38 millones de madres las que celebran el icónico 10 de mayo y son el 31.58% de ellas quienes laboran en la informalidad o desean trabajar, pero se ven impedidas por ser las cuidadoras principales debido a responsabilidades social que le atribuyen a las mujeres de “cuidadoras”.

Además, se señala que 6 de cada 10 mujeres crían a sus hijos e hijas solas, lo que representa un aumento respecto a hace 5 años, cuando la cifra era de 3 de cada 10. Estas madres solteras enfrentan discriminación, estigmas y violencia, lamentablemente una realidad cotidiana en nuestro país.

El Sistema Nacional de Cuidados será fundamental para aquellas madres que deseen compaginar su vida profesional y familiar. A pesar de haber estado estancado en la Cámara de Senadores durante los últimos 4 años, la actual candidata de Morena, la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo, ha prometido con fervor que será una de sus principales acciones al asumir la Presidencia. Este avance será crucial para el Estado de Bienestar y el desarrollo económico del país.

Además, es importante destacar que, si bien hemos avanzado considerablemente en la agenda de igualdad de género en 2023 con la aprobación de licencias de paternidad de 5 a 20 días, la implementación del Registro Nacional de Deudores Alimentarios y la entrada en vigor del Convenio 190 de la OIT, entre otros avances, aún debemos fortalecer el impulso del teletrabajo por parte de empresas y organizaciones. Esta modalidad, aprobada en 2021 en la Ley Federal del Trabajo, representa una oportunidad para que las mamás puedan conciliar su vida personal y laboral, especialmente en la era tecnológica actual. En palabras de Silva Zanella en su libro “El futuro del Trabajo es Femenino”, el teletrabajo, como un esquema centrado en la persona, es más productivo y nos lleva de un bien- estar a un “bello estar”.

Es momento de que las madres ocupen un lugar central en nuestra sociedad, como un paso hacia un futuro más justo y equitativo. Es fundamental que puedan desempeñar su papel con dignidad y libertad, sin limitaciones impuestas por estereotipos de género. Solo así podremos celebrar con mayor fervor el Día de las Madres y honrar a aquellas que nos precedieron, ofreciéndoles un país libre de prejuicios y con condiciones dignas para ellas y todas las mujeres.

Fuente: ejecentral.com.mx

¡Feliz día de las madres!

¡Feliz día de las madres!

Hoy es 10 de mayo y más allá del mercadeo o la propaganda publicitaria, es un gran día para las mamás pero también para las y los hijos.

Tengo que confesarles, que escribo esta columna con mis emociones a flor de piel. Es el primer 10 de mayo que pasaré sin la presencia de mi mamá, quien ha partido al cielo hace apenas unas cuantas semanas y sé que así como yo, millones de mexicanos recuerdan con amor a quien nos cargó durante 9 meses en su vientre, pero sobre todo, a quien nos hizo feliz durante toda su vida.

Ustedes, mamás, tienen un rol fundamental en nuestras vidas, son nuestras incondicionales, nuestros modelos, quienes nos educan y nos forman para la vida. Según un estudio de la Unicef, desde la etapa uterina, nos transfieren nuestras primeras experiencias, ya que nos cuentan sobre cómo es la vida, nos traducen el mundo, nos ayudan a socializar y son quienes van fundando nuestros recuerdos. El vínculo que tenemos con ustedes es inquebrantable.

Sin duda, siempre tienden la mano ante los tropiezos, su abrazo calma las angustias, secan las lágrimas para darle paz al alma de sus hijos, a veces reprenden para corregir el rumbo, pero sobre todo, dan su amor incondicional. No hay otra mujer en el mundo que nos entienda como nuestra madre, porque sólo ellas saben lo que guarda nuestro corazón.

Hay muchos tipos de mamás, las madres buscadoras, las que quieren ser presidentas de México, las jefas de familia, las preocuponas, las liberales, las que dedican su vida a su familia, las exigentes, las soñadoras, las multitask, las mamá y papá a la vez, las protectoras, a todas ellas, ¡muchas felicidades!. Según el INEGI, hoy celebrarán más de 38 millones de mamás en nuestro país.

No se nace sabiendo ser mamá, se aprende en el camino y con cada hijo, así que te aseguro, tú que eres madre y me estás leyendo, estás haciendo lo mejor que puedes, sigue adelante.

Este 10 de mayo, ríe, canta, festeja, abraza, siéntete orgullosa de ser tú y de ser la mejor mamá posible. Vive plenamente tu maternidad, ya que tus hijos siempre agradecerán tu legado, tu amor, tu caricia y tu escucha. Hoy, les dedico esta columna a todas las mamás de México y a mi mamá que está en el cielo.

Fuente: eluniversal.com.mx