Cuando la música suena a machismo

Por: Sarai Aguilar

¿Escribir de música es un tema de hombres? Tal parece, por extremo que parezca, que incluso mujeres lo creen así.

Este prejuicio ha cobrado nuevo relieve tras el reciente anuncio de la fusión entre Pitchfork, una ya legendaria publicación digital sobre música independiente, y GQ, la icónica revista de estilo y moda para caballeros.

Basta con echarle un ojo a las declaraciones obtenidas por la agencia AP de Melissa Consorte, vicepresidenta de Condé Nast, dueña de ambas marcas: “Pitchfork no va a desaparecer como marca. GQ y P4K (como se le conoce a Pitchfork) se estaban metiendo en los carriles del otro y esto nos facilita usarlos de manera complementaria”.

Como bien define Ann Powers, crítica musical de NPR, Pitchfork –que nació como un portal alternativo y luego se volvió mainstream– ha jugado un papel crucial en los medios al tratarse de una publicación específica de música y no simplemente un sitio general con una sección de música, “de tal manera que resulta viable cuestionar en qué parte el ser crítico de música es algo que se asocie con lo masculino”.

No son pocas las veces que se ha señalado a la industria de la música como misógina. Al día de hoy, los mayores colocadores de éxitos o canciones en las listas de Billboard o Spotify han sido hombres. No obstante, de poco en poco algunas solistas o bandas de mujeres han logrado vencer el estereotipo de que la cima está reservada para el género masculino.

“La discriminación, el acoso sexual, la escasez de oportunidades para el progreso profesional, la brecha salarial, la falta de visibilidad, es algo muy común en la industria de la música, y por supuesto, nos enfrentamos a los prejuicios comunes que existen contra las mujeres”, asegura Neeta Ragoowansi, abogada y miembro de la ONG “Women in Music” (Mujeres en la música), una organización que invita específicamente a discutir y solucionar estos desafíos.

Y es que las cifras son alarmantes. Por ejemplo, en Estados Unidos, solo el 15% de las discográficas son propiedad mayoritaria de mujeres; en Canadá, apenas el 6% de los productores reconocidos lo son y sólo un 7% del personal de ventas y desarrollo de la industria son mujeres; en Europa, las compositoras registradas suman apenas un 20% del total.

Tal vez se pueda pensar que esto nada tiene que ver con la desigualdad, sino con preferencias de las mismas mujeres por no incursionar en ese campo. Y también podría decirse que el hecho de que una publicación como Pitchfork sea absorbida editorialmente por un medio de contenido netamente masculino resulta intrascendente. Pero nada más alejado de la realidad.

Lo que sí es real, es el patrón de que los hombres son el target de publicaciones musicales se ha observado históricamente en títulos tan célebres como Rolling Stone o Spin. Y si bien GQ no es responsable de que la música sea considerada como un tema masculino (basta recordar la sátira en la película Barbie donde todos los Kens tocaban la guitarra y cantaban), la fusión editorial con Pitchfork sí reforzará ese estereotipo.

Es hora de poner un acorde final a la visión machista de la música. Que las mujeres sean reconocidas y pasen de ser simples musas a facturar.

Fuente: milenio.com

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