Llegamos al año 2025 y el mundo que hoy tiene a la mano inteligencia artificial, robots y viajes al espacio, no será capaz de cumplir con al menos una de las metas fijadas.
Llegamos al año 2025 y el mundo que hoy tiene a la mano inteligencia artificial, robots y viajes al espacio, no será capaz de cumplir con al menos una de las metas fijadas en el cuarto objetivo de la Agenda 2030: “asegurar que todas las niñas y niños terminen la enseñanza primaria y secundaria, que ha de ser gratuita, equitativa, de calidad y producir resultados de aprendizaje pertinentes y efectivos”.
La educación al alcance de todos y la movilidad personal y social que prometía, están a debate y justo hace unos meses vio la luz el libro Educación universal: por qué el proyecto más exitoso de la historia genera malestar y nuevas desigualdades, de los especialistas españoles Juan Manuel Moreno y Lucas Gortazar.
Los autores nos llevan a un recorrido internacional por las políticas y resultados de la educación universal, los dilemas del malestar que genera y la aceleración competitiva que produce.
El sueño de educar a las masas como si fueran élites, uno de los retos más exitosos y revolucionarios de la humanidad, señalan, hoy cuenta con múltiples detractores: desde los irracionales, en contra del acceso de las mujeres a este derecho fundamental; los inconformes porque al impulsar la cantidad se pierde la calidad, y los desencantados, aquellos que, a cada paso, solo encuentran más e intolerables desigualdades.
Los especialistas recuerdan que trabajar para que la educación no sea un privilegio de pocos, sino un derecho para todos, ha permitido a las sociedades en el mundo sacar a millones de personas de la pobreza o reducir la desigualdad de género. Sin embargo, la paradoja es que conforme se avanza, aparecen descontentos.
En un mundo donde la democracia social ha cedido el paso a la democracia política y donde la polarización sirve de sostén para regímenes populistas y autoritarios, advierten también sobre la vulnerabilidad política y mediática de la educación, pero sobre todo sobre la importancia de que la escuela forme ciudadanos que aprendan a tomar decisiones juntos en favor de la democracia.
Decía Mario Benedetti que “cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto, cambiaron todas las preguntas” y sí: tras las afectaciones en la deserción y salud mental que trajo consigo la pandemia por Covid-19, los múltiples cambios en el sistema educativo y los avances tecnológicos que han rebasado las enseñanzas en las aulas, es un buen momento no solo para reflexionar al respecto, sino para exigir más políticas educativas y menos política.
Fuente: heraldodemexico.com.mx