Hablando en plata, el matrimonio infantil es en realidad una violación sexual contra las niñas, legalizado por leyes injustas o por usos y costumbres misóginas, su objeto es cosificarlas desde pequeñas como objetos sexuales; permitido y promovido por los padres que están conscientes y saben lo que enfrentarán sus hijas, pero por la dote, costumbre o pobreza, las dan como una mercancía.
Es necesario que los gobiernos hablen, y las mujeres en el poder también, sobre lo que significa para una niña pequeña, la opresión de un hombre adulto, el sufrimiento físico que le causa la fuerza de un adulto por toda su vida. La perversidad y el horror que sufrirán. Porque son explotadas en tareas domésticas y se les trunca su proyecto de vida; son madres desde temprana edad. Necesario reiterar: es un sometimiento brutal de un hombre adulto contra una niña indefensa e inerme.
Y los padres dan o venden a sus pequeñas hijas como sus madres y abuelas también pasaron por lo mismo: sus hijas son cosas, no personas con dignidad humana a las que, por el contrario, se debería proteger contra todo trato cruel, inhumano y degradante.
En muchos países está prohibido el matrimonio o concubinato de una niña menor de edad, como en México. Pero aquí sabemos la autoridad de todo nivel de gobierno, se hace de la vista gorda, y dejan pasar estas uniones porque así ha sido siempre, son normas consuetudinarias inscritas en usos y costumbres que la autoridad no quiere tocar, no importa lo que diga la CPEUM sobre los derechos humanos de las niñas indígenas por ejemplo, ni la Ley Nacional en la materia.
Y viene al caso también porque mientras hay países como el nuestro, que simulan proteger a las niñas, en Irak su parlamento con mayoría chií acaba de aprobar el matrimonio de niñas desde los 9 años; un retroceso en su legislación que consideraba el matrimonio a partir de los 18 años. Hoy ese precepto lo sepultaron en un cajón junto con la Convención Sobre Derechos de la Niñez de Naciones Unidas que Irak aprobó en 1995.
En datos de UNICEF, hace diez años, una de cada 5 niñas se emparejaba formal o informalmente, hoy es una de cada 4. Enfatiza que el matrimonio infantil es el resultado de una arraigada desigualdad por su condición de ser mujeres, lo que afecta a las niñas de manera desproporcionada. El matrimonio infantil de los niños es solo una quinta parte respecto de las niñas; pero no los casan con una adulta.
Los daños son extremadamente perniciosos particularmente para las niñas menores de 14 años de edad, porque además quedan embarazadas a muy corta edad prácticamente en sus primeras menstruaciones; también sufren mayores riesgos de violencia doméstica de manera sumisa, impune y en la soledad.
Las niñas igual que los niños tienen derecho a recibir educación y a tener aspiraciones a ser lo que quieran ser. Por desgracia sigue imperando en el mundo la discriminación de las niñas por ser mujeres y las niñas pobres o que crecen en sociedades donde la religión contribuye a su introspección, son las más afectadas.
Mary Wollstonecraft (1797) escribía que el Estado tiene la obligación de otorgar educación a las niñas como a los niños; acabar con la subordinación que se ejerce sobre ellas por parte de hombres crueles o que abusan de su fuerza. 227 años después, nada ha cambiado para las niñas en muchos pueblos y naciones donde impera el predominio machista.
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