Por: Karla Doig Alvear
“Los derechos laborales son una conquista del ayer; la lucha por preservarlos es actual, es de hoy y de los días que están por venir” José Davalos.
El mundo está inmerso en un constante y acelerado proceso de cambio. El siglo XXI ha sido testigo de una era repleta de sucesos extraordinarios, desde una pandemia sin precedentes hasta la incertidumbre económica, el estrés y las crisis psicológicas. A su vez, la tecnología ha irrumpido en nuestras vidas a una velocidad vertiginosa, transformando nuestra forma de vivir, nuestras relaciones humanas y la manera en que desempeñamos nuestras labores, incluso modificando las jornadas laborales en todo el mundo.
En México, lamentablemente, no se ha logrado implementar cambios significativos en relación con la jornada laboral, a pesar de ser el país de la OCDE con la mayor cantidad de horas trabajadas y sin niveles óptimos de productividad. A lo largo de más de 100 años, hemos seguido manteniendo una jornada laboral de 48 horas, sin poder acceder a una reducción a 40 horas, a pesar de que esta propuesta ha sido presentada en 17 ocasiones, según la académica y analista, Viridiana Ríos. Esta semana, desafortunadamente, hemos dado un paso atrás al posponer la propuesta hasta el próximo periodo legislativo en 2024.
La resistencia de la clase empresarial ha sido un factor determinante para no lograr la citada reducción, argumentando que disminuiría la productividad. Algunos empresarios, como el Ing. Slim, sostienen que “es mejor trabajar 48 horas y ganar más que trabajar 40 horas y ganar menos”. Estas posturas parecen ignorar la realidad de la desigualdad en nuestro país, la cual sale de las manos del control individual. Por otro lado, Bill Gates aboga por una jornada laboral de 3 días, utilizando la inteligencia artificial para lograr un equilibrio entre la vida personal y profesional.
Estoy de acuerdo con el multimillonario estadounidense, las jornadas laborales prolongadas e innecesarias han causado un gran daño a la clase trabajadora. Organizaciones como OMS y la OIT han confirmado que han provocado un aumento en el número de muertes en los últimos años. En 2021, se registraron 745 mil defunciones, cifra 29% superior a la del año 2000, al contabilizar las muertes por accidentes cerebrovasculares y cardiopatía isquémica. El propósito de esta iniciativa es asegurar que la clase trabajadora y sus familias tengan más tiempo para disfrutar de una vida de calidad. En un momento crucial en el que la inteligencia artificial plantea la amenaza de reemplazar millones de empleos, según un informe reciente de Goldman Sachs, es esencial rescatar la esencia del derecho laboral, que consiste en proteger al trabajador y colocar al ser humano en el centro, utilizando la tecnología de manera inteligente y creativa. Esto contrasta con el enfoque actual que valora primordialmente la cantidad de dinero que ganamos, olvidando el valor de la felicidad. Es oportuno recordar las palabras de Simón Bolívar, quien afirmaba que “el sistema de gobierno más perfecto es aquel que busca maximizar la suma de felicidad posible, garantizar la mayor seguridad social y promover la máxima estabilidad política”.
En el mismo tenor, es relevante mencionar el maravilloso discurso del magistrado Héctor Mercado López en la Cámara de Diputados, en el cual señaló “se ha sobreexplotado la fuerza laboral durante muchos años, estableciendo los principios de ganancia de este país a expensas de la explotación de los trabajadores en lugar de fomentar su formación y educación, lo que ha resultado en una falta de productividad”. En una alarmante realidad en donde según lo revelado por la OCDE, en México los empresarios acaparan el 66% de las utilidades, dejando solo el 34% restante para la clase trabajadora, a diferencia del promedio de los países de la misma organización, donde los empresarios se quedan con un 31% y el resto se destina a la clase trabajadora.
En un momento trascendental para la sociedad, marcado por cambios significativos, es esencial reflexionar sobre la esencia del derecho laboral y los principios fundamentales que lo sustentan, entre ellos, la salvaguarda de la salud de la clase trabajadora. Se vuelve imperativo saldar las deudas pendientes al colocarlos en el epicentro de nuestras acciones, reconociendo su inteligencia y capacidad como impulsora clave para el avance. Guiados por el faro de la justicia social, abrazamos la convicción de construir un futuro más equitativo y próspero para todas y todos.}
Fuente: debate.com.mx