El precio de ser libres

Alrededor de 60 millones de mexicanos tienen menos de 28 años. Esto es, poco más de la mitad nacimos y vivimos la primera juventud en un país y una cultura antidemocrática, lo que influyó de manera sustantiva en la forma en que nos entendemos con relación al gobierno y a la patria misma. En otros países la democracia es la normalidad y todas las personas lo comprenden así. Nosotros aún no.

Durante décadas, nos convencieron de que el gobierno protector y benefactor es dueño de nosotros, que solo quien tiene el poder formal es conocedor de las necesidades del pueblo y de las respuestas a éstas. Era de mal gusto hablar de política, religión, futbol y dinero en las mesas familiares; y, se fue dando esa separación entre nosotros, los ciudadanos y ellos, los gobernantes, construyendo esta paradoja entre fascinación y repulsión por quien ostenta el poder público.

El gobierno, a través de la Comisión Federal Electoral, dependiente de la Secretaría de Gobernación, organizaba las elecciones. Los carros completos eran la normalidad. A pesar de que el IFE fue conformado en 1990, seguía en los hechos dependiendo del gobierno. En 1997, solo hace 27 años, por vez primera las y los ciudadanos, a través del IFE autónomo, organizaron las elecciones y también por vez primera, el partido oficial perdió la mayoría en el congreso y la jefatura del entonces Distrito Federal. La ciudadanía había hablado. Tres años después se daría alternancia en la presidencia y hoy, lo normal es que se compita y la ciudadanía elija gobernantes y representantes a través del voto, que cuenta y vale.

¿Qué falta? Conciencia ciudadana. La convicción de que México es nuestro y no de gobierno alguno; que las y los gobernantes se irán y la sociedad se queda siempre; falta entender que lo único que garantiza nuestra LIBERTAD es la democracia.

Vivir en un México conlleva derechos, pero también obligaciones y el voto, voluntad expresa de las y los ciudadanos, es OBLIGACIÓN CONSTITUCIONAL, no solamente derecho. El artículo 36, fracción III, indica que son obligaciones del ciudadano de la República, …VOTAR EN LAS ELECCIONES…

Ahora pues, “la INE”, tramitada por 99.3 millones de mexicanas y mexicanos, dice: CREDENCIAL PARA VOTAR. Busco y busco y no; no dice: credencial para entrar al antro, tampoco credencial para hacer trámites bancarios. Siendo obligación y teniendo la herramienta, aun así, andamos tratando de “motivar” a la gente a votar. Esa gente que goza la libertad y los derechos que da la democracia, pero a costa de solo la mitad que con su voto la sostiene.

¡Basta de ser solo habitantes! Es urgente reconstruir nuestra convicción de pueblo formado por ciudadanos libres. Para mantener la libertad, valor indispensable en el respeto a la eminente dignidad de la persona, se debe responder a esta patria nuestra tan necesitada de nosotros, sus hijas e hijos.

¿No quiere ir a votar? desafortunadamente no hay castigo, pero que se legisle para que quien no vote (sin justificación razonable), no tenga derecho a renovar la INE o, que pague su precio. La credencial NO ES GRATIS, cuesta entre $260 y $270 pesos por pieza. De hecho, el 40 % del presupuesto del INE se destina a la fabricación de credenciales y la mitad no se usa para lo que es; $13,400 millones de pesos tirados a la basura por dejadez, por negligencia, por ignorancia.

La libertad se paga yendo a votar una vez cada tres años. Se paga haciéndonos cargo de nosotros mismos, valorando y cuidando suelos y cielos, levantando la mirada al futuro y llevando a México muy dentro del corazón en cada acción, emprendimiento, estudio y creación.

Un día cada tres años para honrar y agradecer a quienes derramaron su sangre por nosotros; un día cada tres años en el que quien manda eres tú; un día cada tres años para seguir teniendo patria. Bajo precio por seguir siendo libres. Toca -TE TOCA- este 02 de junio.

Fuente: elsoldetlaxcala.com.mx

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