Ifigenia Martínez; la pionera, la maestra

Cuando se habla de grandes figuras en la historia de nuestro país, Ifigenia Martínez a menudo queda en un segundo plano. Pero, ¿quién fue esta mujer que hizo tanto y que a muchos todavía les suena desconocida?

Nacida en el estado de Veracruz, Ifigenia no tuvo una vida fácil desde el principio. Desde joven, mostró un gran interés por los estudios. Se graduó en Economía por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), de la que después sería primera directora. Ahí comenzó a forjar su camino en un mundo predominantemente masculino. Fue la primera mujer mexicana en estudiar una maestría en economía en Harvard. Imaginen el valor que se necesitaba en los años 50 para que una mujer se abriera camino en un ámbito que si hoy sigue complicado para las mujeres, hace 70 años era casi prohibido.

Pero su talento no se limitó solo a los libros. Ifigenia fue parte del equipo que elaboró el Plan Nacional de Desarrollo de 1970. Este plan no solo tenía como objetivo el crecimiento económico, sino también la inclusión social. Ifigenia estaba allí, empujando por una visión más justa y equitativa, algo que sigue siendo necesario hoy en día.

Conocida como “la maestra”, su impacto no solo se limitó a la política sino también al ámbito académico, donde defendió el uso de la economía como herramienta para la justicia social. De hecho, recibió en 2021 la medalla Belisario Domínguez por su contribución a la democracia y la justicia social.

Además de su trabajo en el gobierno, Ifigenia fue una defensora incansable de los derechos de las mujeres. En una anécdota memorable, en un foro internacional, se levantó y confrontó a varios hombres que desestimaban las capacidades de las mujeres en la economía. Con su característico humor y valentía, les hizo ver que ellas no estaban solo en la mesa; había un mundo entero esperando ser escuchado.

En los años 80, se convirtió en la primera mujer en ser directora de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos. ¡Eso es romper techos de cristal! Durante su gestión, luchó por mejorar las condiciones laborales de millones de trabajadores, subrayando la importancia de que las mujeres ocuparan más espacios en la economía.

A pesar de sus éxitos, Ifigenia nunca buscó ser una figura pública. Esa humildad es parte de lo que la hizo tan especial. En una entrevista, recordó que su mayor satisfacción no era el reconocimiento, sino ver cómo sus ideas ayudaban a otros. Hacer, más que hablar. Así fue su vida.

Ifigenia es un símbolo de lo que se puede lograr cuando una mujer se niega a ser ignorada y se enfrenta a la adversidad. Durante sus años como legisladora y diplomática, promovió un discurso de igualdad y justicia, dejando un legado que aún inspira a nuevas generaciones.

Presidenta de la Cámara de Diputados, quien 4 días antes impuso la banda a la primera mujer presidenta, murió este sábado 5 de octubre a los 99 años. En el discurso que por razones de salud no pudo pronunciar, deja un reto a quienes mueven los hilos de poder, se sitúen en el espectro ideológico que sea:

“Hoy, más que nunca, necesitamos tender puentes entre todas las fuerzas políticas, dialogar sobre nuestras divergencias y construir, juntas y juntos, un país más justo y solidario”. Ojalá que las loas post mortem no queden en meras palabras sino que el homenaje sea en los hechos, como ella hizo siempre.

La historia de Ifigenia Martínez es un recordatorio de que cada uno de nosotros tiene el poder de hacer una diferencia, y que, aunque la lucha por la igualdad continúe, no debemos olvidar nunca a quienes pavimentaron el camino.

Fuente: elsoldetlaxcala.com.mx

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