Información veraz y oportuna para enriquecer el derecho a la cultura

Debemos garantizar que las políticas públicas culturales contemplen el acceso a la información.

La cultura es un derecho del que debemos gozar sin barreras. Museos, conciertos, libros, obras de teatro y cualquier expresión cultural debe de estar al alcance de cualquier persona, sin importar su condición. El derecho a la cultura está reconocido en el artículo 4° constitucional y diversos tratados internacionales, como la Declaración Universal de los Derechos Humanos (artículos 22 y 27), y el Pacto Internacional de Derechos EconómicosSociales Culturales (artículo 15.1). Sin embargo, aún es un reto para muchas personas disfrutar de ella, especialmente para aquellas en situación de vulnerabilidad.

¿Qué es lo que impide que todos accedamos a este derecho fundamental? Muchas podrían ser las respuestas, pero, sin duda, una muy importante es el acceso información que permite que las personas se conecten con su herencia cultural, amplíen sus horizontes y participen activamente en la vida cultural de sus comunidades.

El acceso a la información no sólo es una vía que se limita a acercar la oferta de actividades servicios culturales, sino que facilita el conocimiento de diversas expresiones, promueve la creación y la innovación cultural. Sin este derecho, las personas estarían impedidas a explorar su identidad cultural y a comprender la riqueza de otras culturas. Con ello, se fomenta la diversidad, la pluralidad y el respeto a los usos y costumbres de la población.

Por otro lado, desde la óptica de las y los artistas y creadores, al estar informados pueden inspirarse en diversas fuentes, enriquecer su trabajo y contribuir a un diálogo cultural más amplio, pues es una vía que impulsa la difusión de nuevas ideas y perspectivas, esenciales para el desarrollo cultural en un mundo cada vez más interconectado.

En ese marco, la última Encuesta Nacional sobre Hábitos y Consumo Cultural de la UNAM reveló un impacto negativo por la pandemia de COVID-19, al observarse una disminución de actividades culturales presenciales reemplazadas por contenido en línea, lo que a su vez trajo otros desafíos en cuanto al acceso a estas actividades digitales, afectando más a las personas con menos recursos.

Esa tendencia ha impactado también en el número de personas inscritas en actividades e instituciones de formación cultural, en los asistentes a eventos y en la oferta de bienes culturales en medios de comunicación, de acuerdo con las Fichas de Monitoreo de los Programas derivados del PND 2019-2024, que realiza el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), correspondientes a 2021 y 2023. Esto no solo muestra una tendencia negativa en el acceso a la cultura, sino también en su promoción y en la falta de información accesible para las personas sobre las actividades de esa índole.

Si queremos revertirla, debemos garantizar que las políticas públicas culturales contemplen el acceso a la información suficiente, veraz y oportuna, porque, al estar informadas, las personas pueden tomar decisiones más conscientes sobre su participación en actividades culturales, demandar el respeto a sus derechos y trabajar para preservar su patrimonio.

El acceso a la información es un pilar esencial para promover y gozar del derecho a la cultura, al fortalecer la identidad cultural, promover la cohesión social y la participación ciudadana en las actividades. De esta forma, enriquecemos la vida de las personas, y contribuimos en la construcción de sociedades más justas, inclusivas y diversas. Trabajemos para lograr la inclusión social en la cultura, transformemos el panorama mediante la garantía del derecho de acceso a la información pública, para brindarle a toda la población la oportunidad de disfrutar plenamente de los bienes y servicios culturales.

Fuente: lasillarota.com

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