Por: Claudia Corichi
Al mes de diciembre el Inegi reportó casi 61 millones de personas económicamente activas y de ese número, 1.6 millones desocupadas; en este grupo se encuentran personas de 15 años y más que participan en la economía y buscan empleo activamente, pero no lo consiguen. Esa cifra tan baja mostraría que hay condiciones de pleno empleo en el país, lo cual no es preciso.
Buena parte de la población decide emplearse en trabajos de baja calificación y remuneración, en condiciones de informalidad y precariedad, en empleos de baja productividad y magros ingresos. 40 millones de personas ocupadas en el país, (la mitad de esa población son jóvenes de 15 a 39 años), ganan hasta dos salarios mínimos (12,450 pesos mensuales en 2023).
De acuerdo con la última Encuesta de Necesidades y Crédito de la Vivienda del Infonavit, el 66% de sus derechohabientes manifestó interés en solicitar un crédito para la adquisición de vivienda y el 62% mostró interés por el crédito para construcción en terreno propio.
El gobierno federal calcula que en el país el déficit habitacional supera los 9 millones de viviendas y unos 4.8 millones de derechohabientes están esperando la oportunidad de adquirir una. El alza en los tipos de interés ha traído como natural consecuencia hipotecas más caras y menos accesibles dificultando las posibilidades de los jóvenes para adquirir una casa. Antes de ser excluidos por el mercado inmobiliario son descartados por el sistema financiero.
La firma Inmuebles 24 reporta que en la Ciudad de México la renta media de un apartamento de dos recámaras alcanza los 15,481 pesos mientras que el costo promedio de una casa de la misma superficie asciende a 2.7 millones. Ante el elevado costo de rentas y venta de viviendas se estima que en la capital del país 60% de los jóvenes de 18 a 29 años viven aun en la casa familiar y un 30% optaría por la modalidad de roomies, para compartir los gastos del arrendamiento y el pago de servicios.
La informalidad laboral y los bajos ingresos que percibe la población general, y los jóvenes en particular, son determinantes para que la banca no los considere candidatos a obtener créditos hipotecarios. Sin ingresos estables se dificulta la posibilidad de conseguir un préstamo bancario y por tanto obtener historial crediticio. Sucede igual que cuando se solicita un empleo por primera vez y se pide experiencia laboral.
Estas barreras no son exclusivas de nuestro país. Un informe reciente del Consejo de la Juventud de España ubica en 16% la tasa de emancipación juvenil que mide el alquiler como la forma más común de dejar el hogar familiar. Reporta que el precio promedio de las rentas en 2023 fue de 944 euros que representa nada menos que el 94% del salario promedio de una persona joven en aquella nación.
En México existen 74.2 millones de cuentas de Afores. Al cierre de 2023 la suma acumulada de los fondos que administran las 10 instituciones que operan este esquema alcanzaron los 6 billones de pesos, equivalentes al 19% del PIB, de acuerdo con la Consar. Su peso en el sistema financiero es incuestionable: sus activos representan el 18% del sistema financiero del país.
A pesar de las distintas estrategias orientadas a incorporar a la juventud en esquemas de ahorro para el retiro desde que inicia su vida laboral, la realidad es que permanecen obstáculos estructurales que impiden su acceso a estos esquemas financieros. La encuesta Cómo viven los jóvenes el retiro indica que 6 de cada 10 hombres y 7 de cada 10 mujeres entre 18 y 40 años piensan que sus familiares o hijas e hijos les mantendrán en la vejez. Y solo 2 de cada 10 jóvenes que ahorran lo hacen para su retiro.
Una variable por analizar es el reclutamiento, forzado casi siempre, que hace el crimen organizado de adolescentes y jóvenes, especialmente en el ámbito rural. La ausencia de oportunidades laborales y educativas no es compensada por las becas del gobierno federal, que además de no tener perspectiva de género ni fomentar adecuadamente la inserción laboral, esquiva los retos del sector.
Es impostergable romper el círculo que supone un mercado de trabajo hostil hacia los jóvenes: empleos precarios y de baja remuneración, ausencia de créditos para vivienda, la rigidez en el sistema financiero y bancario para obtener préstamos y la imposibilidad real de generar ahorros para el retiro. Pero ¿cómo ahorrar si se vive al día?, ¿cómo afrontar que esta y las siguientes generaciones crezcan y se desarrollen en un entorno que solo les ofrece condiciones materiales de sobrevivencia?.
Fuente: politica.expansion.mx