Las condiciones de vida difíciles han forjado historias de resiliencia y comunidades de connacionales abiertas al cambio a través de las fronteras.
Quizás éste sea un rasgo distintivo dentro de la vida en el extranjero y que han dado forma a identidades binacionales, las cuales, se han adaptado a situaciones adversas, entre ellas la contingencia por Covid-19, complicaciones económicas periódicas, retóricas antiinmigrantes—particularmente alrededor de narrativas políticas cíclicas—, e incluso afectaciones climáticas severas, entre otros.
Ha sido el caso de la llegada del huracán Beryl el pasado 8 de julio, cuyas afectaciones impactaron sustantivamente el área de Houston, y el Caribe oriental, ocasionando daños en infraestructura crítica y pérdidas económicas.
En Houston, el suministro eléctrico de más de 3 millones de personas fue interrumpido, obstaculizando la recuperación de la ciudad. En estas circunstancias, las comunidades vulnerables suelen ser las más afectadas, entre ellas se encuentran las poblaciones migrantes.
Las diásporas enfrentan desafíos constantes y diversos, que comienzan por la adaptación a nuevos entornos, el acceso a servicios y oportunidades de desarrollo, así como eventualidades vinculadas a fenómenos meteorológicos. En este contexto, el reforzamiento del trabajo comunitario es una respuesta instintiva de la red consular de México.
Los consulados ofrecen una gama de servicios, por ejemplo, la emisión de documentación, defensa jurídica y protección, fe pública, atención a la salud, educación financiera, y promoción económica y cultural, entre otros, sin embargo, la labor comunitaria es fundamental para propiciar el acercamiento y la ampliación de canales de comunicación entre población y consulados. Una renovación del enfoque de aproximación es un elemento crucial ante desafíos contemporáneos.
Las redes comunitarias representan refugio y conexión con los lugares de origen, pero también se convierten en plataformas con el alcance de facilitar acceso a información y mecanismos de prevención de escenarios, a recursos prácticos y técnicos, así como para el aprovechamiento de oportunidades para un gran número de personas mexicanas, que se traducen en poco más de 2 millones en el área de Houston.
En regiones propensas a presenciar desastres naturales, las comunidades resilientes coadyuvan a la labor consular y actúan organizadamente.
Las diásporas se han convertido en faros de solidaridad que muestran el camino a la recuperación económica, al logro de aspiraciones intergeneracionales, y a la suma a sus lugares de origen a través de las remesas.
Por ello, empoderar a las comunidades es una prioridad con el propósito de generar proximidad, aumentar la capacidad de respuesta ante contingencias y promover condiciones de bienestar desde los consulados.
Fuente: heraldodemexico.com.mx