Los límites electorales de la política exterior

El reciente intercambio de ataques entre Irán e Israel encendió las alarmas de la comunidad internacional ante la posibilidad de una escalada en el conflicto en Oriente Medio. Estos seis meses de guerra entre Israel y Hamás han tenido importantes consecuencias en la política interna de Estados Unidos.

El papel de ese país ante al conflicto se ha convertido en un asunto central de la agenda electoral, de cara a las elecciones de noviembre. Desde el ataque terrorista de octubre pasado, los republicanos han criticado la posición del presidente Biden frente a Irán, acusándolo de haber permitido que financiara a grupos como Hamás. En un acto de campaña, Donald Trump atribuyó la última agresión iraní a la “gran debilidad” mostrada por la actual administración en la región.

Al mismo tiempo, y en aparente contrasentido, el respaldo de Biden a Israel ha generado críticas internas y fracturas dentro de la coalición demócrata, especialmente entre los sectores más progresistas, quienes ven con preocupación el impacto humanitario del conflicto en Gaza y cuestionan el apoyo incondicional a Jerusalén. La opinión pública, particularmente entre jóvenes y demócratas liberales, demanda una reducción en la asistencia militar de EE. UU.

La posición de su país ante el conflicto divide a la sociedad estadounidense. De acuerdo con un reciente estudio del Pew Research Center, 36% de los ciudadanos están a favor de respaldar militarmente a Israel, mientras que 34% se opone. Sólo 20% quiere que su país desempeñe un rol importante en la resolución del conflicto; 35% quiere que desempeñe uno menor y 27% prefiere que no desempeñe ninguno.

En los centros universitarios, las protestas contra Israel o en solidaridad con la causa palestina se mezclan con expresiones de abierto antisemitismo. En los últimos días, decenas de estudiantes han sido detenidos en las universidades de Columbia, Nueva York y Yale. Y, en todo el país, las autoridades académicas han decidido suspender clases o continuarlas en forma remota.

Sin embargo, ese no es el único asunto de la política exterior que divide a la opinión pública. Los sectores conservadores critican que la administración Biden respalde financieramente a Ucrania y exigen que esos recursos se destinen a asuntos que consideran prioritarios, como el fortalecimiento de la vigilancia en la frontera con México.

Estas posiciones sobre la política exterior están teniendo un impacto cada vez mayor en la política interior. El descontento con la posición de Biden en Ucrania y Oriente Medio podría convertirse en un factor decisivo para los resultados de la elección presidencial.

Los frentes abiertos en Europa y Asia no sólo representan una amenaza para la estabilidad regional y global, sino que también están moldeando el panorama político en EE. UU. La forma en que el gobierno responda podría tener un impacto significativo en el resultado de las elecciones.

La política exterior no siempre encuentra sus límites en el poder militar y la capacidad de influencia global de un país. Como todas las decisiones políticas, también se enfrenta a la evaluación permanente de la ciudadanía. Y sus límites internos son impuestos por el juicio crítico e implacable del electorado.

Fuente: heraldodemexico.com.mx

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