Los riesgos tras una pantalla

A diferencia de quienes crecimos con la posibilidad de jugar en las calles, la gran mayoría de niñas, niños y adolescentes en México, hoy están atrapados entre las cuatro paredes de sus casas; “protegidos” de la delincuencia que hace de las suyas mientras el gobierno aplica su estrategia fallida de abrazos, pero expuestos a los nuevos y crecientes riesgos del ecosistema digital.

Sí, los peligros en el corto y largo plazo para nuestra niñez y adolescencia, están también detrás de una pantalla, cada vez más a su alcance y en la comodidad de su casa. Urge contar con una legislación clara para evitar lagunas y limitar las múltiples posibilidades que también en el ciberespacio encuentran los delincuentes, y también para propiciar el sano desarrollo de nuestros hijos.

El pasado 15 de mayo, presenté en la Cámara de Diputados una iniciativa de ley para reformar la Constitución, a fin de definir el ecosistema digital como el conjunto de tecnologías, plataformas, infraestructura, redes, servicios, aplicaciones, datos, actores y usuarios que interactúen en el entorno digital para la creación y distribución y consumo de contenido digital.

La propuesta es obligar al Estado mexicano para que garantice la protección del desarrollo integral de los niños y niñas frente al ecosistema digital frente a sus posibles riesgos; mandatar al Instituto Federal de telecomunicaciones para que regule dicho ecosistema, y facultar al Congreso de la Unión, para expedir una Ley General en materia de Ecosistema Digital.

Tampoco se trata de estigmatizar; el ecosistema digital tiene gran relevancia en la sociedad actual, al transformar la forma en que nos comunicamos, trabajamos, consumimos y nos relacionamos: ha generado nuevos empleos, facilitado la accesibilidad a la información y los servicios, mejorado la eficiencia de los procesos, potenciado la innovación y contribuido al crecimiento económico. Además, conectando a personas de diferentes partes del mundo, permite el desarrollo de comunidades virtuales.

Es cierto que la brecha digital en nuestro país es enorme. Los austericidios de la 4T, dejaron sin internet a las escuelas públicas desde el primer minuto de esta administración federal, los programas de equipamiento son prácticamente nulos y hasta los presupuestos para capacitación del magisterio y las Escuelas Normales, se han recortado.

Pero igual de grave es ser un país permisivo para que el mercado y sus algoritmos sean quienes definan en absoluta libertad los contenidos para niñas, niños y adolescentes y que los delincuentes hagan de las suyas.

En Europa y América Latina, varios países han implementado leyes y acciones para proteger a los menores de los riesgos asociados con el uso de internet. Así, existe el Reglamento General de Protección de Datos de la Unión Europea, que incluye provisiones específicas para el consentimiento de menores; en el Reino Unido, el Código de Diseño Apropiado para la Edad, cuenta con estándares de privacidad para asegurar que productos y servicios digitales, sean seguros por diseño para los menores; en Brasil, el Marco Civil da Internet, prevé la protección de datos de los menores, y Argentina tiene programas como Con Vos en la Web, que promueven la conciencia sobre protección de datos personales y privacidad en niños y adolescentes.

Conocemos los beneficios de los ecosistemas digitales, pero no los riesgos y su impacto en las nuevas generaciones, como exposición a contenido inapropiado; adicción a dispositivos electrónicos; problemas de salud mental como ansiedad, depresión y otros, derivados del aislamiento social y la exposición a contenido perjudicial en línea, por lo que será crucial enfrentar el trabajo legislativo desde una óptica preventiva y de cuidado de la salud.

La legislatura de la que soy parte está a punto de terminar, pero las causas siguen. La iniciativa que presenté fue turnada a la Comisión de Puntos Constitucionales en la Cámara de Diputados. Escribo estas líneas con la esperanza de que alguna o alguno de los próximos legisladores lo retome y lo enriquezca. Ser un mejor país pasa por invertir tiempo, trabajo y recursos para nuestra niñez y adolescencia.

Fuente: heraldodemexico.com.mx

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