Quería escribir acerca de otra cosa, pero lo sucedido en Taxco, Guerrero, no nos permite seguir caminando como si nada hubiera pasado
Taxco es una ciudad hermosa, con tradiciones magníficas y un sitio especial en la historia de nuestro país. Es conocido por su artesanía, por la plata, por su extraordinaria Catedral de Santa Prisca, visitada cada año por millones de mexicanos. Sin embargo, estos días ha sido por desgracia el escenario del terror y un ejemplo más de la total ausencia del Estado. Camila es la primera y la principal víctima. Es la más inocente. Ella fue a jugar con su amiga. Eso es precisamente lo que debe hacer una niña: jugar en días de descanso y estudiar en días de escuela.
Sólo iba a jugar. En el video que apareció en las redes, Camila entra saltando de alegría porque iba a jugar con su amiga, pero fue secuestrada y asesinada. El terror continuó porque, después del suceso, siguió una demostración de la descomposición social en la que nos ha hundido nuestro gobierno: autoridades que no se hicieron presentes, a pesar de que son días en los que una ciudad como Taxco debería estar precisamente más cuidada. La falta de Estado en todas sus dimensiones terminó y generó un linchamiento y una barbaridad en donde debió haberse protegido el debido proceso, precisamente para garantizar que se administrara justicia. No fue así y, por si fuera poco, el “poder ejecutivo” y los tres niveles de gobierno no han emitido comunicado alguno.
Todos los hechos nos obligan a una profunda reflexión, una reflexión que nos hace partir del “todos somos culpables”, pero que nos debe llevar a pensamientos más serios y proactivos: ¿qué significa esto? Y ¿qué debemos hacer al respecto? Algo hay de cierto en el hecho de que lo sucedido es una consecuencia de la falta de acción y de consciencia de todos respecto de lo que debemos hacer para salvar a nuestro país, pero esas frases se oyen bien y nada más. Ese tipo de frases diluyen la responsabilidad especialmente de la autoridad. El gobierno del estado intervino con un comunicado 24 horas después del linchamiento (no de la denuncia del secuestro).
En el fondo de todos estos terribles hechos está un estado fallido respaldado por un presidente que irresponsablemente ha sostenido a quienes tienen los cargos de poder en Guerrero y en otras partes de la República. Ya lo sabemos, se trata de pueblos entregados al crimen organizado cuyas autoridades no hacen más que obedecer a los grupos criminales y quizás por eso se tardaron en emitir un boletín en este caso.
En Taxco todo estuvo mal. Guerrero es el reflejo de lo peor de este gobierno, se trata de un estado que se ha vuelto la expresión de impunidad, desconfianza a la autoridad y a las leyes. Y no es el único estado de la República en el que la autoridad se comunica más con el crimen organizado que con la ciudadanía. Las familias están abandonadas y la ley hace ya mucho tiempo que se ha dejado de aplicar. EL UNIVERSAL da cuenta de más de 164 linchamientos en los últimos cuatro años. Hemos erosionado de tal forma a la administración de justicia que la violencia genera como respuesta las más elementales y viscerales reacciones que nada tienen que ver con dar a cada uno lo que le corresponde. Un Estado debe ser capaz de regular y contener los sentimientos de una población que se ve envuelta en la barbarie y no sabe ya cómo enfrentarla sino con manifestaciones violentas como la que pudimos ver en Taxco. Cuando en un estado se pierde “la amenaza creíble” de que quien viola la ley pagará las consecuencias (el que la hace la paga) habrá entonces una mayoría que infrinja la ley y que secuestre, mate, robe a su vecina o a su compañera de clase a sabiendas que no le pasará nada y, entonces, no habrá policía que alcance. Esto último es uno de los peores legados de López Obrador.
Hoy en Taxco, en Guerrero, en nuestro país, las niñas tienen miedo, las mamás tienen miedo, los adolescentes tienen miedo. El pueblo tiene miedo.
Lo cierto es que todos sentimos una vergüenza compartida por la falta de Estado de Derecho. México tiene muchos motivos para participar en esta elección y tenemos muchas causas para participar en la política. Entre ellas está el Estado de Derecho. Lo que sucedió en Taxco no es el reflejo del país que queremos y que nos merecemos. ¿Quién debe actuar? Nosotros. ¿Cómo debemos actuar? Votando. Y hacerlo responsablemente.
Fuente: eluniversal.com