Populismo de derecha ¿hacia dónde? 

Definitivamente Javier Milei es la versión ranchera de Donald Trump. Desde que llegó a la Casa Rosada el pasado diciembre, el presidente ultraliberal ha dedicado sus energías a derribar las columnas del Estado argentino con el Plan Motosierra mediante un severo ajuste y a rechazar las políticas de igualdad y todo lo referente a la perspectiva de género. En lo que va del año los sindicatos y gremios han organizado tres paros nacionales en rechazo a las medidas draconianas puestas en marcha.

Milei que entró en política hace apenas dos años ha logrado el objetivo de “déficit cero” en el primer trimestre del año a un costo social altísimo, eliminando la mayoría de los subsidios y ayudas gubernamentales a los sectores más vulnerables. Las reservas internacionales han aumentado en 4 mil millones de dólares pero en contraparte, la pobreza ha escalado hasta alcanzar al 57% de la población.

Obstinado en desmontar los modelos de protección social en su país y fuera de él que considera aberrantes y en implantar su noción de libertad, ha desarrollado un frenético protagonismo internacional que en cinco meses le ha llevado a Estados Unidos a la principal convención de derecha, a visitar Jerusalén para romper en llanto en el Muro de los Lamentos, al Vaticano para disculparse con el Papa por las ofensas vertidas durante la campaña y a España donde acudió estos días a un encuentro de partidos de ultraderecha.

En su visión extremista y delirante, el argentino asegura que quienes menos tienen son los que piden redistribuir la riqueza motivados por la envidia frente a los que “ganan plata”. Los excesos verbales tienen el propósito manifiesto de deslegitimar al llamado Estado de Bienestar. Asegura que el cáncer del socialismo se propaga porque se reparte dinero a sectores excluidos. Los derechos sociales son la peste, una noción que comparte la extrema derecha en Europa que considera que la migración es la causante del aumento de la violencia en sus comunidades.

El fatalismo y la cruzada contra el progresismo y el Estado de Bienestar, está recogiendo lamentablemente, miles de adeptos en ambos lados del Atlántico bajo la divisa de la libertad y el individualismo, el darwinismo social. El incumplimiento de promesas de gobiernos de izquierda en Argentina, Brasil o El Salvador (y tal vez en Chile) ha llevado a sus sociedades a dar un peligroso viraje hacia posiciones políticas excéntricas y demagogas que introducen en el debate una verdad alterna, la posverdad.

La ola populista de derecha está ganando espacios y simpatías; el probable retorno de Trump a la Casa Blanca el próximo enero o el avance de la ultraderecha en el Parlamento europeo que se renueva este 9 de junio confirman esa tendencia. En Argentina 15 millones eligieron a Milei, muchos de ellos en situación de pobreza que, paradójicamente bajo su gobierno han dejado de recibir los subsidios que aliviaban sus necesidades.

Sin Estado de Bienestar no hay democracia. Resulta indispensable proteger los derechos sociales para reducir las brechas y las desigualdades especialmente en América Latina donde 70 millones de personas, el 11.2%, viven en pobreza extrema según la ONU. El camino del populismo de derecha que encarnan los seguidores de Trump y otros, solo ofrece recetas fáciles y fantasiosas a problemas complejos.

Fuente: elsoldemexico.com.mx

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