Salir de antro… ¡y regresar a casa!

Por: María Elena Esparza

La culpa no es nuestra por dónde estamos ni por cómo vestimos. Ese lema que nos une en las marchas y en la lucha permanente contra la violencia machista que está en la raíz de los vergonzosos 10 feminicidios diarios en nuestro México no significa eliminar la prevención; todo lo contrario: nos recuerda la importancia de cuidarnos entre todas y todos, nos conozcamos o no.

El “canasteo” se encuentra en el centro de la atención por la reciente tragedia del empresario Íñigo Arenas, quien podría haber sido víctima durante una noche de fiesta. En pocas palabras, este delito se trata de añadir sustancias químicas a bebidas para sedar a la víctima y asaltarla, secuestrarla, abusar sexualmente de ella y, si se les pasa la dosis, llega a la muerte.

Visibilizar esta práctica delictiva es el primer paso para prevenirla. No se trata de salir con miedo o de plano ya no ir a ningún bar o antro porque esto sería un retroceso: durante siglos, nos han dicho que la noche no es nuestra y que si estamos fuera de casa después de ciertas horas es bajo nuestro propio riesgo. ¡Nunca más aceptaremos ese discurso! Pero sí estaremos preparadas.

Lo primero es tener un plan y el compromiso de que si llegamos juntas, nos vamos juntas. Como en la primaria, cuando la maestra nos pedía enumerarnos: así, aunque parezca exagerado. El viejo consejo de tener una conductora o conductor designado también es muy buena idea, pero si eligen algún taxi de app pueden compartir su ruta y mantenerse alertas al trayecto.

Una vez en el antro, hay familiarizarse con el lugar, ubicar los sanitarios y las salidas de emergencia. Estar atenta a tu entorno puede ayudarte a detectar situaciones sospechosas o personas que puedan representar una amenaza. Si sientes que algo no está bien, hazle caso a tu intuición porque tú yo sabemos que nunca miente.

Nunca, ¡jamás!, descuides tu bebida para ir al baño o pararte a bailar. Termínala antes, cámbiala al regresar o aplica tus mejores pasos con la copa en mano; no aceptes tragos “cortesía” de extraños ni les cuentes detalles de tu vida a la primera canción porque pueden usar esa info para extorsionarte más tarde. Y, por supuesto, consume con responsabilidad: en Ola Violeta hemos comprobado que la conciencia corporal también nos sirve para conocer nuestros límites y evitar una situación de riesgo.

La noche de fiesta es un gran momento para practicar la sororidad. Si ves a otra mujer en peligro o notas actitudes sospechosas del personal del bar o antro, háblalo directo con quien podría estar en vulnerabilidad, con los gerentes o con la autoridad.

Disfrutemos la noche sin temor y bailemos hasta el amanecer, siempre conscientes de que la responsabilidad de estar seguras empieza en nosotras mismas. 

Fuente: lacaderadeeva.com

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