Taylor Swift: cuando los países ricos también tienen hambre

Mientras los siempre conocedores nunca desconocedores del arte critican la música pop y a los intérpretes de moda por no ajustarse a los cánones del “buen gusto”, hay quienes transforman realidades. Ejemplo de ello es Taylor Swift.

Mientras la estrella de 34 años recorre Europa este verano con su gira, continúa su tendencia de donar a bancos de alimentos en el camino y según una organización benéfica en Liverpool —donde Swift se presentó tres noches en el Anfield Stadium— una reciente contribución de la cantante cubrirá brechas cruciales en sus esfuerzos de recaudación de fondos, proporcionando comidas para todo un año.

“Es el regalo más increíble”, dijo Rich Jones, director ejecutivo de St Andrew’s Community Network a The Guardian en una entrevista publicada el martes 25 de junio.

“Debido a los precios en aumento, la necesidad creciente y las donaciones en declive, hemos tenido que subsidiar nuestra comida nosotros mismos durante mucho tiempo”.

Pero al margen de la obra altruista que realiza, esto nos sirve para prestar atención a un problema de fondo y es la dificultad mayor en un país primermundista para sus pobladores de tener acceso a los alimentos.

El aumento de los precios de los comestibles y el general aumento del costo de la vida en el país del norte han ocasionado que los bancos de alimentos en Estados Unidos se enfrenten a dificultades para atender a los más de 49 millones de ciudadanos cuya comida depende de este tipo de organizaciones, una cifra que, incluso, ha superado a la vista durante la pandemia, lo cual ha sido reportado por diversos medios, entre ellos ABC News.

El déficit de financiación anual entre lo que se necesita en asistencia alimentaria y lo que proporciona el gobierno federal es de aproximadamente 33 mil millones de dólares, según Feeding America, una red de bancos de alimentos, despensas y programas de comidas locales.

Y si bien para muchos el apoyo que proporciona la intérprete parece irrelevante al compararlo con su fortuna, nos deja entrever que estamos pasando a una era donde los subsidios gubernamentales no alcanzan. El fin de la financiación gubernamental de ayuda por la pandemia ha exacerbado estos problemas.

En 2020, en el apogeo de la pandemia, el gobierno estadunidense amplió el programa de Crédito Tributario por Hijos para familias de bajos ingresos. Los legisladores permitieron que la política expirara a fines de 2021. Y es ahí donde los donadores privados entran.

Esto deja dos lecciones: los privilegios no se deben demonizar si se promueve el beneficio de otros. Y dos, el buen gusto de los críticos para fustigar a los artistas que no cumplen con sus exquisitos estándares serviría mejor si tomaran el ejemplo.

Fuente: fusilerias.com

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